La huída

Desconecto.

Suda mi espalda

mis sueños estrellados

siguen chocando en mis adentros.

Vivo doblegado

por la ilusión del disoluto,

realidad perfecta en la que

respiro etéreo, disecado

como una pintura al lienzo.

Quiero ser por un martillo golpeado

contra una punta que separe mis dedos,

una sensación que me recorra el cuerpo.

Un brote de amargura,

un silencio que me come el alma,

un odio sin fin hacía mi.

Un techo nuestro, cubierto

de lunas y un negro sol

solapado con el cielo

y en la paredes lisas,

lianas y escaleras

para escapar de este infierno.

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