Caí preso dentro de mí.
Yo soy mi prisionero,
soy mi verdugo y carcelero
y en este corredor sin fin,
buscaré en mis cadenas
la forma de huir.
Elegiré mi cena,
algo que reviente mi hígado
y mis pulmones,
pensaré, que será un momento,
que no dolerá,
que mis manos se juntarán
y mis dedos se irán sintiendo
resbalados por el cuero
de una silla rota.
Me susurro, carcelero:
-Hoy ha tocado, es la hora.