El aliento

Bajar,

a mi cueva del mar,

adentro,

bien adentro,

donde la oscuridad me lleve

y me susurre como el viento:

«Acalla tus demonios,

el final no está tan lejos»

 

Respiro bajo el agua

que anega mis pulmones,

soy remolino y furia

de marea revuelta

y aprendo poco a poco

a reaccionar ante la senda.

 

Y a veces,

me caigo en los pedazos

que quema el arrepentimiento,

la culpa, el añoro de tus besos,

y me encierro en mi jaula,

para no hablar con nadie

para que mi sombra desaparezca

para sentir,

el aliento.

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