Seguro no lo entiendes,
pero cada vez que
escucho tu voz
castañean los pálidos,
se produce eco de tu olor,
y cada vez que me miras
se me cae la baba
y se reproducen mis cromosomas,
como nosotros.
¿Cómo puedo seguir estando
a los pies de una estatua
que me ignora?
Me debe gustar el eco,
de nuevo, de las branquias.
Vuelvo a mi oscuro túnel
donde arañar las paredes,
piedra que asemeja carne
donde caer si tu no vienes.