Las esquirlas se clavan
en mi pecho abierto
para decirme que seguramente
nunca más aparezca
tu sonrisa de cielo,
presencia unánime anglosajona,
cerebro vetado a descubrir,
esferas de barro
que quitan el aliento.
Que este sino despierto
me conduzca mar adentro,
Sólo me queda soñar,
soñarme entre tu cuello,
soñar que me avisas
y ofrecerme entre caricias
a la plenitud de tus dedos.