Sigo el camino,
monos voladores,
soy espantapájaros
de hojalata,
la caída de cruces
que sobrevuelan tu espalda.
Con este insomnio que se apega
al sentir del silencio,
me hago uno con la almohada
por si se come mis sueños,
que estrellan tu cara,
tu sonrisa en mis adentros.
Me coseré con el hilo,
fino brote de oro,
cada herida, masticando en vilo,
tu corto pelo de plata,
los designios de tu añoro,
mis luces que se apagan.