Pudiera ser que perdí la fé
de soñar tus besos,
o quizás tropecé y tiré
encima de mi tus recuerdos,
alimentados de tu magia,
tu dulzura, tu alba,
tu sonrisa infinita
reptando por los restos de mi calma
y ahora perdida.
Ahora creo que no,
que no volverás nunca.
Que fui equivoco,
ahora Prometeo,
mientras veo volar tus águilas
cada día en mis adentros,
mientras el sueño repara
esta esquizofrenia creciente,
mientras me derrumbo
me siento en el suelo, tranquilo,
a saborear mis escombros.