Sabores asperos

Encarnizados biombos,

tras una lucha en cristales

se quema,

la luz de una hoguera apagada.

 

Cristales que araño,

cristales que reflejan mi vaho

como espejos

curtidos en la noche.

 

Son gotas que caen sobre la sien

las que me indican

que te cansaste de mi,

que mis labios hablan

a otro corazón esquivo.

 

Que mientras la arena cae,

me enroco en mi derribo

de golpes en repetición,

del sabor de lo vivido.

Al final de la escalera

Al final de la escalera

hay una barra donde espero sentado.

Al final de una escalera

sucia, metálica de azules charcos.

 

Al final,

he decidido no moverme

por si acaso vuelves

y espero al final de esta escalera

junto a la barra,

al final de la escalera.

 

Por si me hago

un poco más viejo y consigo

conseguir menos errores,

al final,

junto a cada verso

se desploman mis ídolos

mis convicciones.

 

¿Será que en algún momento sea más sensato?

Será que no se que soy.

Será que al final de la escalera

somos todos clientes natos,

será que nunca nos encontraremos

mientra preguntamos nuestras naciones.

 

Decidí no molestarte más,

decidí que perder tu tiempo

era que perdieses gramos de felicidad,

tras la escalera escondo

gritos de echarte en falta,

delitos que quisiese quemar.

 

Con esfuerzo y estilo subo,

saboreando el desconcierto,

las escalera donde te espero,

al final de la escalera,

al final de la barra,

donde te recuerdo.

 

Viento

De estos dejes me apaño,

con tu figura marcada

sobriamente en mi hipotálamo,

con tu hiriente bala

tejida con los lienzos

de un hombre ciego.

 

Viento que susurra y caigo,

dime si partes mi ala

de que beberé mi letargo.

 

Dime si perdí la ganas

de comer tus adentros,

de sudarte en sueños.

Lejos

Con mi barco de nuez,

escribo a las olas que paren 

de este vaivén,

el susurro difuso

de tú amanecer.

 

Que pare el dulce grito

de tus caderas bailando.

Que pare el sonajero

que replica la ausencia

de tu sonrisa.

 

Que pare el mundo.

Que con tu risa me voy 

volando al siguiente universo

donde nunca te fuiste

donde comerte a besos.

 

Y en miles de kilómetros 

que nos separan

sólo te deseo lo mejor,

que seguramente sea lejos,

lejos de este ser.

Lejos.

Ahora que mientras caigo, resbalo

Pudiera ser que perdí la fé

de soñar tus besos,

o quizás tropecé y tiré

encima de mi tus recuerdos,

alimentados de tu magia,

tu dulzura, tu alba,

tu sonrisa infinita

reptando por los restos de mi calma

y ahora perdida.

Ahora creo que no,

que no volverás nunca.

Que fui equivoco,

ahora Prometeo,

mientras veo volar tus águilas

cada día en mis adentros,

mientras el sueño repara

esta esquizofrenia creciente,

mientras me derrumbo

me siento en el suelo, tranquilo,

a saborear mis escombros.

Roto

Roto,

juguete de verano.

cristalera repartida 

por el suelo.

 

Roto,

con los grados espirales 

de mi espíritu partido

en añicos 

que solo tus dedos 

pueden juntar.

 

Roto,

sin manos que hagan 

nuevo recipiente,

con el que compartir 

las caricias que llevo dentro

esparcidas en cada fragmento 

que queda tras el martillo.

Estaciones vacías

Sin sus palabras

me dice tanto

que desgarra mi aliento

 

Busco en las vías la luz,

el sentido de 

conocer mis adentros.

 

Sueño ese tren

de resina de invierno 

por si dio la vuelta al mundo 

y amarrado a sus bujías 

recorrerlo de nuevo.