Túneles de carne

Seguro no lo entiendes,

pero cada vez que

escucho tu voz

castañean los pálidos,

se produce eco de tu olor,

y cada vez que me miras

se me cae la baba

y se reproducen mis cromosomas,

como nosotros.

¿Cómo puedo seguir estando

a los pies de una estatua

que me ignora?

Me debe gustar el eco,

de nuevo, de las branquias.

Vuelvo a mi oscuro túnel

donde arañar las paredes,

piedra que asemeja carne

donde caer si tu no vienes.

Muros

Hace años que no recuerdo nada,

como una enfermedad.

Hablo con la pared,

me responde:

«Son cosas de la edad».

Meses respirando polvo,

¿dónde está mi dignidad?

Rehuyo de este mundo.

Rehuyo de todos los mundos.

Solamente busco el olor de la tinta,

el resto,

se disuelve en esperanzas,

malas decisiones, andanzas,

que resultaron vacías.

Muros que susurran

voces chocando en mi cabeza,

ladrillos a los que pregunto

y no obtengo respuesta.

 

Laberintos de ámbar

Cómo todo en esta vida,

sale mal, imperfecto,

me tragaré el orgullo y ya

de paso, huiré enseguida

a los laberintos de ambar

donde descubra petrificado

cada momento junto a ti,

y me perderé

sin dejar migas de pan.

El camino a la salida

es fácil,

sólo tengo que olvidar.

Sólo tengo que olvidar

la forma en la que sonríes,

sólo olvidar tus pozos de luz,

sólo olvidar tu mandíbula batiente,

sólo olvidar el contacto de tu piel,

sólo olvidar el olor que me hace estremecer,

sólo olvidar tus noches de placer,

sólo olvidar tus labios,

sólo olvidar tu ingenio,

tu dulzura, tus medios, tus besos,

tu alegría, tu cuello, tu abrazo,

tu memoria, tu imagen, tu sombra,

tu forma de cantar cualquier canción,

sólo necesito olvidar

unas pocas cosas,

y perderme en los laberintos de ámbar.

Espera

En tu espera me siento,

a que pase el tiempo,

tiempo que podrá traer

los olores de tu viento.

En tu espera maullan las mesas,

en la espera de que creas

que puedo ser

lo mejor de mi contigo.

En la espera

de poder despertar en cada día

asfixiado en el aroma de tu cabello.

A la espera,

como estatua oxidada

que necesita que pare la lluvia,

a la espera de verte

a diez metros,

para que me tiemble

el cuerpo entero,

y flaqueen mis fuerzas

con el sabor del primer beso.

Risa y sonrisa

Con tres encadenadas

me alivias el día,

resbalo sobre el tiempo

que nos separa.

 

Y aunque apuñale el abdomen

me pierdo buscando la sinfonía

que provoca tu alegría.

risa y sonrisa,

letargo de abrazar tus noches.

 

De tres vidas malgastadas,

mi aire se lima,

dejo por encima del suelo,

suelo y distancia que nos separa.

 

Y aunque sueñe los brotes,

me encuentro buscando armonía

con los dulces de tu memoria,

risa y sonrisa,

suspiros de besar tu norte.

 

El aliento

Bajar,

a mi cueva del mar,

adentro,

bien adentro,

donde la oscuridad me lleve

y me susurre como el viento:

«Acalla tus demonios,

el final no está tan lejos»

 

Respiro bajo el agua

que anega mis pulmones,

soy remolino y furia

de marea revuelta

y aprendo poco a poco

a reaccionar ante la senda.

 

Y a veces,

me caigo en los pedazos

que quema el arrepentimiento,

la culpa, el añoro de tus besos,

y me encierro en mi jaula,

para no hablar con nadie

para que mi sombra desaparezca

para sentir,

el aliento.

Tu regazo

Que mi piel a tiras

se descomponga,

que mi voz quebrada y rota

queme al final

de otra derrota.

Me deshago, adoro tus defectos,

soy un desastre y tu conmigo,

y sólo busco esperar

al final del camino,

donde el sol me castigue

y me alimente del musgo,

donde tu sonrisa se ampare

desde los charros hasta Burgos,

y al final,

todos nos equivocamos,

unos pierden una noche el rumbo

otros queman las velas y los…

Sólo espero paciente,

ahogando de ranas los charcos.

el día que pueda olerte

y perdones los pecados

que al final de mi costilla,

pueda verme doblado

por tus dulces besos,

por morir entre tu cuello

y tu regazo.

 

Gigantes y molinos

Confundí el lucir de las farolas

con la luna que te riela,

aullo mi alma entera,

fantasma de sueños de la aurora.

Luché contra gigantes,

y salí vencedor,  con una derrota,

luché contra molinos,

y perdí el aliento,

aspas de nogal vencido.

Nadie nunca admitió

morir poco a poco en tu olvido,

hoy te quiero mas que nunca

pensando que no te has ido,

pensando en el día que pueda

susurrarte al oído,

que esté triste gilipollas

no quiere darlo por perdido.

El cielo cae a cachos,

el mar está movido,

sueño amanecer en tus brazos,

ni los buenos son tan buenos…

Paredes de la imbecilidad

Me equivoqué,

suerte que ahora tengo

todo el tiempo del mundo

para tirarme de los pelos.

Casi un año de

esfuerzo por respirarte,

resultó en un desahucio

por un pequeño percance.

Me queda quererte (sin molestarte)

y recordar el Marzo a tu abrigo,

oleadas de cuchillos que merezco,

todo perdido.

Imbécil, has tirado tu oportunidad

en un antro roto,

has quemado los barcos

por los que darías todo.

Siempre te lo dijo,

siempre tenía razón,

y ahora tú, triste, maldito,

ahora tu comes

la vergüenza y la mierda que mereces,

tu castillo de arena

se lo llevo la marea,

tus naipes volaron,

puto apostador de grajos sin alas,

come la mierda que mereces,

come la bilis de mañana

y los esputos que tu cuerpo genere

cuando sienta la ausencia

de quien lleva buscando meses.

Que como Nerón

quemé la ciudad

y golpeé contra la pared la cabeza,

golpeé y golpeé, parece no quiebra,

perdí lo más hermoso que tuve,

por no beber cerveza.

Mas, lo soluciono a litros

de espumosa, espumosa feria,

de amarga y dulce belleza,

de paredes y golpes en mi cabeza.

Rebanadas

Soy yo,

culpable de tu tortilla,

¿la ponemos aquí? que alimente

la suerte de las hormigas.

Y de tan mal te he hecho

sírveme con patatas fritas.

Teníamos el edén

en la punta de los dedos,

me equivoco y noto el cristal

que rebana mis adentros.

Fue tu excusa perfecta

en la que nunca

hiciste nada malo.

Bailaré, con tu sinfín de canciones,

borracho entre ascensores

hasta que tu ojos

de pino mojado

no perdonen,

el hueco que abate mi abdomen.